viernes, 23 de diciembre de 2011

No sabemos del mundo y no nos importa

L3

Creemos tener todas las herramientas necesarias para conocer el mundo, para vivir en el y sufrir sus movimientos con almas febriles y armadas de ideas. Nada de esto es verdad pero nos encanta creer que es así, somos adictos a cualquier placebo, hasta el de peor calidad (que lo digan los cocainómanos pobres en Europa). No es verdad que tengamos confianza plena en nuestras ideas, ni que en realidad creamos tener herramientas para conocer el mundo y, ni siquiera, que vivamos directamente los movimientos brutales (pero aún así imperceptibles) del mundo actual. La verdad es que podríamos debatir durante días que nos ha llevado al punto de la autocomplacencia donde no hay vuelta atrás. El invierno llegó, pero el invierno de las ideas, los sentidos y, sobre todo, la del chapuzón placentero en tu propio ombligo. No me refiero a un plano global de la civilización, desde luego, ya los filósofos postmodernos se encargaron de dejarnos un valioso legado que seguramente muchos retrógrados con la verdad en sus manos (benditos seáis, los peores profesores de mi vida) siguen considerando "superado". Lo que no nos damos cuenta es que el sentido común vuelve la cara al conservadurismo. Y viajamos, publicamos nuestras fotos en Facebook para demostrar que nuestra vida es tope guay y divertida en contraposición con la de tus "amigos", vaya amigos. Y mientras tanto, la depresión compulsiva nos consume por dentro. Clic. Clic. Clic. Todos los clics en el mismo sitio, pudriéndote de la diversión.

Es arqueológico ese concepto del "sentido común", es como un rito mágico-religioso disecado en un museo, además de tener tintes morales nauseabundos, como tantas creencias políticas hipócritas de nuestro mundo. Creo firmemente que debemos ser una de las sociedades más hipócritas de la historia queriendo demostrar completamente lo contrario. Lo "políticamente correcto" junto a otras banderas revolucionarias del pensamiento de centro (valga la contradicción), habían sido en su momento buenas ideas, pero se han manipulado a tal punto que ya no existe ningún tipo de urticaria para envolver los mismos males de siempre en una caja de regalo. El presente esta lleno de racismo, prejuicios sociales, pan y circo, flojera cerebral, estupidez religiosa, xenofobia y cualquier otro tipo de taras que se alimentan cada día de la televisión, pero no miremos más de cerca, probablemente conseguiremos el triple de actividades masturbatorias en las que la culpa se desliza suavemente por las tuberías de un water de oro.

La realidad económica es aún más desoladora, buscamos empleo, poco dinero, da igual. Hay banqueros que ganan cuatrocientos millones de dólares en el mundo pero es nuestro sueño ganar al menos mil euros al mes. Muchos buscamos el trabajo fuera, y el tráfico de aviones es brutal, todos buscando ese "fuera".  Hemos descubierto que la mentira de la "nación" y sus estrategias de control sólo han acabado con nuestro instinto de superación, como en una gran empresa cuando por vía del opiato del sentimiento, se obliga a un trabajador a dar su vida por el fin de otros. Al diablo los nacionalismos, historietas inventadas y que defendemos con puñales, defendemos la empresa que nos posee, mientras ésta no nos dará nunca esa vida que creemos tener. Sólo existen poblados en el mundo, unos con gente más o menos imbécil en los puestos de gobierno, eso es todo, y ficciones a su alrededor, "proyectos", "valores nacionales", "publicidad", puro retraso mental, opios, historias, mientras tanto el pobre es cada vez más pobre y absolutamente a nadie importa, ni a él mismo, porque cree en su presidente virtual. Qué gran mundo, los soñamos como un gran puzzle infranqueable de concreto y vidrio que crece sin cesar, para seguir concentrando todas las riquezas en cuatro personas. Cuando la crisis económica termine, los ricos serán más ricos, habrá más pobres esperando la llegada del mesías que nos regale todo y sobre todo, desiertos de mierda alrededor del mundo, llenos de concreto, vidrio, ordenadores, plástico y todo lo que nos encantó en un momento y que ha sido considerado obsoleto. Millones de productos salen a diario para hacer funcionar el mundo, para convencer de su utilidad, y su utilidad existe. El mundo es así, nos encanta pensar que lo conocemos a fondo y que tenemos todo lo necesario para subsistir, pensamiento, creemos que la izquierda o la derecha en realidad son tangibles, que los sistemas tienen algún sentido, y que nuestras ideas nos van a llevar algún lugar. Eso nos han hecho creer. Eso creemos. Y somos felices, o no. Da igual, no sabemos nada del mundo y no nos importa.